domingo, 11 de agosto de 2013



Mesa tres: sopa del día. Mesa siete: la cuenta. Estúpida Anabel. Faltan vasos en la mesa cuatro. Tenías que casarte y dejarme aquí. Ya llegaron los niños de la mesa uno. Dos filetes de pescado y pollo. «Enseguida se los traigo.» Siempre es lo mismo. El viejo de la mesa cinco sigue agitándome los brazos. « ¡Señorito!» No puedo hacer esto solo. «Ya. Aquí tiene sus tortillas.» Es el único que viene frecuentemente con traje. Ridículo. Ni siquiera ha de tener trabajo. En la mesa dos no hay servilletas. «Disculpe, ¿dónde se encuentra el sanitario?» No puede ser. ¿Dónde más podría estar? «Al fondo a la derecha.» Tantos meses trabajando aquí y sigo sin acostumbrarme a que no me den las “gracias”. Toda mi vida en la ciudad y sigo sin acostumbrarme a que no me miren a los ojos. No puedo con esto solo.       « ¡Yo no le pedí filete, mamá!» Mocosa malcriada. Te ves horrible en ese vestido blanco. « ¡Cómetelo de una buena vez!» Tengo que limpiar la mesa siete. Es increíble. Ya ni los niños de la uno dejan la mesa tan sucia. Como lo esperaba: no dejaron propina alguna. En casos así me pregunto por qué abandoné la Facultad de Medicina. Todo parecía tan fácil entonces. Otra vez el ruco. « ¡La cuenta! ¡Tráigame la cuenta!» Ya voy. Ya voy. Tantas clases. Tantos apuntes. Tanta memoria malgastada. Tanta peda insufrible. Tanta resaca. Tantos exámenes. Tantos maestros sin nombre. Tanto fracaso. «Aquí tiene. Son 35 pesos» Abandonar ese lugar parecía ser el camino más fácil, el más congruente. «Quédate con el cambio.» Quince pesos. Nada mal. «Gracias. Vuelva pronto.» A veces quisiera regresar, pero es tarde. A veces quisiera pelearme con Anabel sobre quién debe atender al ruco o a los niños, pero es tarde. El lugar se está vaciando. El lavaplatos ya tiene las yemas de los dedos como pasas. Repugnante. « ¿Qué me ve doctorsito?» Lo ridículo que te ves presumiendo ser el hijo del patrón cuando metes la mano en la mierda no procesada de la gente. «Me hace falta un plato.» Los niños de la uno ya empezaron a tontear. Están gritando. Y… ¡lo que faltaba! Vidrios rotos. ¿¡Por qué no entienden que no puedo con esto solo!? La mocosa está llorando. Pobrecita de la nena. « ¡Niña no! No toques.» Hasta que alguien aquí me intenta ayudar. «Yo ahorita lo limpio. Anda. ¿Dónde está tu mamá?» El niño está callado. Así que el truco para mantenerlos calmados está en romper un vaso. «Niño, dime dónde está tu mamá.» «Está en el baño.» ¿Por qué diablos tomé la mano de la niña? Espero que esto sea sólo agua. « ¡Mamá!» Vaya, hasta que se aparece. « MI NIÑA. ¿¡Qué te pasó!?» Lo que una cara bonita con lágrimas en ella logra conseguir. «Cálmese, sus hijos rompieron un vaso. Me lo va a tener que pagar.» « ¡IMBÉCIL! ¿¡Qué le hizo a mi hija!?» «Óigame no, ¡yo no le he hecho nada!»  ¿Por qué tanto alboroto? ¿Qué tiene la niña en su vestido? Es algo… ¿rojo? «LLAMEN A UNA AMBULANCIA. POR FAVOR.» Nadie se está moviendo. «POR FAVOR. AYÚDENOS» Ya no queda ningún cliente. El lavaplatos está saliendo de la cocina. ¿Por qué el piso está lleno de sangre? Mi mano… ¡Qué asco! ¡La mocosa me la ensució toda! Necesito lavarme. Necesito lavarme. Voy a vomitar. «Doctorsito, recuerde sus clases y péguele el dedo a la niña.» ¿Pegarle el dedo?    « ¿Usted es doctor? ¡Ayúdeme, por piedad!» No, no me acerque a la niña. «Yo no…» No quiero ver su mano. Una fuente rojiza sustituye su pulgar. No, por favor no, no me acerque el dedo. «HAGA ALGO.» Mis manos están frías. Ya no puedo ver a nadie. Oh mi Dios, ¡se rebanó el pulgar! El piso está temblando. No puedo con esto solo.  




Me despertó un profundo olor a alcohol. « ¿Qué pasó? ¿Dónde está la niña?»  El lavaplatos me mira burlón. «Se la llevaron con su dedo. Por separado, aclaro.» Al fin se fueron. Ojalá no regresen. Qué bueno que abandoné la Facultad de Medicina. Tenemos que cerrar este lugar. Ya es tarde para ser la hora de la comida.

1 comentarios:

  1. Ese agobio de la rutina y de no saber si lo que estás haciendo es lo que tienes que hacer, lo que quieres hacer.
    Si deberías haber continuado algo que has dejado a medias, o si tu elección fue la correcta. Miedos que se desvanecen en ciertas situaciones.
    Un texto increible, enhorabuena, te leo :D

    Un beso!

    <3

    EMME

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