"Si yo no elegí estar aquí, ¿por qué no he de elegir cómo vivir o morir?"
Líneas en zigzag,
superficiales,
lejos de la rechazada profundidad,
lejos de convertirse en escalones de
espuma.
Son la cobija de mi infancia
después de que mis piernas las han
imitado en sábanas ajenas.
Son el constante procrastinar y la
productividad
que aumenta en proporción inversa al
tiempo de sueño.
Son los papeles en mi cara
que las altas horas de la noche han
adherido accidentalmente.
Son las horas chaparras caminando de
puntitas
para no despertar de nuevo una crisis
existencial.
Fallan.
Son mi propio ADN.
No puedo huir de ellas.
No quiero.
No me llevan a ningún lugar porque yo
voy hacia ellas
y ellas vienen hacia mí.
Son la razón por la que me incomoda
estar aquí
y me enfada estar allá.
Me quedan grandes,
ajustadas.
Como la vida
que no decidí tener.
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